lunes, 14 de marzo de 2011

Entre Novalis y Holderlin


Las tormentas lo llevan de nuevo a la cumbre, ahí es donde la encuentra, la Fantasía. Ella misma, permanece eternamente, en el más libre espíritu. Como el más profundo aliento de la vida, donde los Ríos y árboles, animales y flores tienen sentido humano. Su sola existencia abre la maravilla de los imperios del mundo, de su mundo.

Como en polvo y en brisas, ella se deshace.
Él camina al otro lado, donde despierta, donde entra en un pesado sueño, uno que ni los dioses saben consolar; es una lucha impotente.
Allí va y de allí viene, hacia donde puede. Que no es donde quiere.

Ellos no saben que tú eres, él quiere gritarlo, nadie lo escucha. Ellos ignoran la plenitud, se conforman con breves alegrías en una larga vida.
Recuerda que cuando ella derramaba amargas lágrimas; en él, disuelto en dolor, se desvanecía la esperanza. No puede con la agonía, con esa presión que le impide respirar. La luz llega en un signo de consuelo en las tinieblas.
Harto está su corazón, vacío el mundo. Ya sabe adónde ir.

Camina al otro lado, ella lo recibe con su espíritu, el más libre. Él podrá amar, para todos los que aman, para los afligidos.

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